Me entero de que Jordi Évole tiene ya listo y
a punto de emisión un programa sobre violencia de género y
automáticamente me pongo en guardia. Por lo general me suele gustar cómo aborda
los temas y su forma de trabajar, pero algo me dice que este programa no nos va
a gustar. Por varios motivos:
1- Porque se va a centrar solo en
la parte más visible del problema: los insultos más bestias y las agresiones
físicas, mientras que van a quedar muy difuminados todos los pasos previos de
ninguneo, sometimiento y coacción hasta que llega la primera hostia. Quiero
pensar que el programa ha podido contar con asesores lo bastante cualificados
como para haber tratado siquiera internamente el síndrome de la rana
hervida, pero sigue siendo un programa de duración limitada y esto es
televisión: cuando el rigor está reñido con la audiencia, es la audiencia la
que prima y el rigor sale perdiendo.
2- Porque la estructura social
que permite y alienta que se perpetúe la violencia de género ni siquiera va a
ser nombrada. Dudo mucho que incluya el mito del amor romántico y del
sacrificio porque el amor todo lo puede en el programa. O que se mencione la
mayor vulneran económica de la mujer, especialmente con hijos pequeños, o que
se aborden siquiera por encima lo difícil que es para una mujer víctima de
violencia de género tomar la decisión de alejarse y mantenerse firme, lo
que pesa es estigma del fracaso y del “egoísmo” en la decisión de abordar el
final de una relación.
Me juego una cena a que no
pronuncia ni una sola vez la palabra “patriarcado” si no es porque su
interlocutora se lo menciona antes.
3- La idea de que denuncias y
está todo resuelto me pone los pelos de punta. Decirle a una víctima de
violencia de género que denuncie y así se acaban todos sus problemas es
peligrosa, va a necesitar un acompañamiento psicológico que nadie le va a
brindar, y se va a enfrentar a un proceso durísimo que está diseñado desde
el minuto cero para desincentivarla a seguir adelante con la denuncia, que la
cuestionaran a ella pese a que cuenta la leyenda popular que es el hombre quien
no tiene presunción de inocencia y con el testimonio.
4- Porque en esa equidistancia y
ese “ver todos los puntos de vista” que practica, veremos a ver si no llama
también a aparecer en el programa a un hombre denunciado en falso, a un
condenado por maltrato que está muy arrepentido, a la madre de un hombre que se
suicidó porque durante el divorcio su ex se quedó con la casa y el coche y
encima quería una pensión para los niños pero que en realidad era para irse de
viaje y gastárselo en ropa y peluquería. Y, como guinda del pastel, las mafias
que ponen denuncias falsas para tramitar permisos de residencia.
Que quede un programa
equilibrado, no vayan a tachar a Jordi Évole de feminazi.
- Jessica Castaño -
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