domingo, 14 de febrero de 2016

"SAN VALENTÍN"








El amor romántico es el modelo de relación propuesto por el sistema heteropatriarcal que constituye hoy en día uno de los métodos más eficaces de control y subordinación hacia las mujeres. Esta idealización de las relaciones de pareja fomenta vínculos monógamos y heterosexuales en los que los miembros de la pareja dejan de ser para pertenecer al otro, creando así fuertes dependencias emocionales y sexuales.

Cuando hablamos de amor romántico o tóxico, hablamos también de numerosos mitos que alimentan esta forma de ver el amor y que, por desgracia, entran en nuestras vidas cuando somos pequeñas para quedarse y cambiar nuestra forma de entender el entorno, las relaciones sociales, amorosas y sexuales que normalmente comenzamos a experimentar en la adolescencia.

¿Y cuáles son esas cosas que nos recuerdan a través de esta fecha? Pues nada más ni nada menos...

 - Que tenemos que tener novio o novia. Porque, al parecer, no podemos, o mejor dicho, ¡no debemos!, estar solos/as.

 - Que si eres chico, ¡esta noche lo vas a pasar genial! Ya sabes, en una sociedad patriarcal y capitalista no puedes hacer las cosas a gratuitamente, por honestidad, sin algún interés, por amor.


- Que si eres chica, debes de estar dispuesta a acostarte con tu novio si te hace un regalo. Recuerda, mujer: en el patriarcado capitalista tú no eres un ser humano, sino un trozo de carne al servicio del varón.

- Que hay que ser heterosexuales. ¿Alguien puede decirme, cuando se hacen promociones por San Valentín, en cuántos cartelitos aparecen dos varones o dos mujeres besándose?

- Que no importa si eres un/a idiota que nunca te acuerdas de tu novio/a y le tratas mal. Durante el resto de los días del año puedes insultarle, abofetearle, pasar olímpicamente si precisa tu ayuda y todo cuanto te plazca, pues con acordarte el 14 de febrero, ya está la tarea más que cumplida porque eres súper romántico/a.
 
En Resumen, el amor romántico es un instrumento del terrorismo machista, y aunque sea difícil, hay que entender que si hay violencia no hay amor, y no hablamos solo de los golpes, que es la violencia más visible, sino también de otras formas más sutiles de dominación que nada tienen que ver con el amor, como el control excesivo, los celos desmedidos, la falta de autonomía, la desvalorización, los insultos, el aislamiento, así como obligarnos a hacer cosas que no queremos hacer. No significa que no nos agraden los obsequios, en realidad, lo que más nos importa son los gestos, y el gesto es la muestra cotidiana, que puede o no venir acompañada de un presente, del amor entendido como la presencia de un par que sabe que no hay nada más alejado del amor que la violencia, y no me voy a sentir más querida recibiendo una caja de bombones.
 

                                                           JÉSSYCA CASTAÑO
 
 

lunes, 1 de febrero de 2016

"Salvados" y la violencia de género



 Me entero de que Jordi Évole tiene ya listo y a punto de emisión un programa sobre violencia de género y automáticamente me pongo en guardia. Por lo general me suele gustar cómo aborda los temas y su forma de trabajar, pero algo me dice que este programa no nos va a gustar. Por varios motivos:

1- Porque se va a centrar solo en la parte más visible del problema: los insultos más bestias y las agresiones físicas, mientras que van a quedar muy difuminados todos los pasos previos de ninguneo, sometimiento y coacción hasta que llega la primera hostia. Quiero pensar que el programa ha podido contar con asesores lo bastante cualificados como para haber tratado siquiera internamente el síndrome de la rana hervida, pero sigue siendo un programa de duración limitada y esto es televisión: cuando el rigor está reñido con la audiencia, es la audiencia la que prima y el rigor sale perdiendo.

2- Porque la estructura social que permite y alienta que se perpetúe la violencia de género ni siquiera va a ser nombrada. Dudo mucho que incluya el mito del amor romántico y del sacrificio porque el amor todo lo puede en el programa. O que se mencione la mayor vulneran económica de la mujer, especialmente con hijos pequeños, o que se aborden siquiera por encima lo difícil que es para una mujer víctima de violencia de género tomar la decisión de alejarse y mantenerse firme, lo que pesa es estigma del fracaso y del “egoísmo” en la decisión de abordar el final de una relación.

Me juego una cena a que no pronuncia ni una sola vez la palabra “patriarcado” si no es porque su interlocutora se lo menciona antes.

3- La idea de que denuncias y está todo resuelto me pone los pelos de punta. Decirle a una víctima de violencia de género que denuncie y así se acaban todos sus problemas es peligrosa, va a necesitar un acompañamiento psicológico que nadie le va a brindar, y se va a enfrentar a un proceso durísimo que está diseñado desde el minuto cero para desincentivarla a seguir adelante con la denuncia, que la cuestionaran a ella pese a que cuenta la leyenda popular que es el hombre quien no tiene presunción de inocencia y con el testimonio.

4- Porque en esa equidistancia y ese “ver todos los puntos de vista” que practica, veremos a ver si no llama también a aparecer en el programa a un hombre denunciado en falso, a un condenado por maltrato que está muy arrepentido, a la madre de un hombre que se suicidó porque durante el divorcio su ex se quedó con la casa y el coche y encima quería una pensión para los niños pero que en realidad era para irse de viaje y gastárselo en ropa y peluquería. Y, como guinda del pastel, las mafias que ponen denuncias falsas para tramitar permisos de residencia.

 Que quede un programa equilibrado, no vayan a tachar a Jordi Évole de feminazi.

                                                                                  - Jessica Castaño -